domingo, 9 de mayo de 2010

EL APOYO SOCIAL COMO ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN CON LAS FAMILIAS


LA RED SOCIAL PROPORCIONA EL MARCO ESTRUCTURAL A PARTIR DEL CUAL EL APOYO SOCIAL PUEDE SER ACCESIBLE

El apoyo social es aquel intercambio real entre individuos a partir de las relaciones sociales, en el cual existe por parte del proveedor de la ayuda el objetivo percibido de incrementar el bienestar del receptor.

El apoyo social hace referencia a interacciones que suponen un sentimiento de conexión y una asistencia real.

Paradójicamente, quien más necesita el apoyo social es quien más dificultades tiene para acceder a éste.

Es imprescindible tener en cuenta que el apoyo social no supone únicamente para la familia el acceso a una determinada ayuda instrumental o servicio, sino que también supone para sus miembros un sentimiento de conexión, de pertenencia, de sentirse aceptados y queridos, el cual repercute directamente sobre su desarrollo socio-personal.

Dos aspectos son importantes en relación al apoyo social en la intervención familiar;

1. En los diferentes momentos de la vida familiar no solo cambian las necesidades de apoyo, también cambian las relaciones y con ellas la configuración de la red provisora de apoyo, que irá transformándose a lo largo del ciclo vital de la familia.

Efectivamente, la ayuda que puede necesitar y las oportunidades de acceso a ella serán muy diferentes en los primeros años de vida, en la adolescencia y en la juventud, en la edad adulta o en la ancianidad. Cuando trabajamos con familias debemos tener muy presente que es las primeras relaciones con el mundo exterior cuando el individuo configura sus expectativas y percepciones sobre el apoyo social.

2. La percepción del apoyo social es otro aspecto clave a considerar, de ella depende la efectividad de la ayuda.

Las intervenciones que incorporan el apoyo social ofrecen a las familias la posibilidad de poder asumir mayor control sobre sus vidas, en lugar de transferir a los profesionales la responsabilidad del cambio. Se trata de intervenciones que en sí mismas promueven los sentimientos de autoconfianza y de competencia, estimulando actividades que implican la colaboración y la ayuda mutua.

Reto -- en qué forma los sistemas formales de apoyo social (profesionales y recursos) pueden fortalecer el rol de los sistemas informales ya existentes o promocionar nuevas fuentes informales de apoyo a las familias en una situación de riesgo o de dificultad.

Los profesionales que intervenimos con familias debemos admitir que nuestro rol de ayuda es importante pero limitado. Debemos admitir que nos situamos al final de la línea de ayuda, que muchas de las familias que acuden a nuestros recursos lo hacen porque no tienen o les han fallado sus recursos naturales de apoyo.

Frente al apoyo formal o profesionalizado, los sistemas informales de ayuda suponen no solo una mayor accesibilidad para las familias y una mayor congruencia con sus normas socio-culturales, sino también, un amplio y diverso abanico de modalidades de ayuda, así como una mayor libertad e independencia de los costes económicos y psicológicos que tienen lugar cuando se utilizan recursos institucionalizados.

Estrategias que nos podemos plantear con las familias desde esta perspectiva comunitaria;

£ Intervenciones en la red personal orientadas a apoyar a los esfuerzos de ayuda ya existentes a nivel familiares, amigos y vecindario.

£ Intervenciones que buscan la conexión con grupos o colectivos de voluntarios.

£ Intervenciones que buscan potenciar las redes de ayuda mutua.

£ Las que se orientan a promover fuentes de apoyo en el vecindario, estableciendo, a través de figuras clave, relaciones de consulta para apoyar patrones de ayuda y prevenir la necesidad de acudir a los servicios formales de apoyo.

£ Las que también se pueden plantear inspiradas en la idea de la potenciación y que implican el desarrollo de lazos entre líderes informales de opinión dentro de una comunidad, con el objetivo de planificar mejoras en los servicios de atención familiar e identificar los recursos disponibles.

Ayuda mutua – uno de los recursos informales de apoyo social más importantes ya que se fundamenta en mecanismos de solidaridad e intercambio recíproco, representa una visión autogestionada de la ayuda a partir de un enfoque positivo, de recursos del propio colectivo social, frente al enfoque negativo de déficits y patologías. Se trata de una forma de ayuda simétrica.

Puede ser un componente esencial de proyectos de educación familiar orientados a dar apoyo a las familias en el ejercicio de las funciones parentales, por ejemplo.

HERRAMIENTA DE TRABAJO: LA CONSTRUCCIÓN DEL MAPA DE RELACIONES

La construcción del mapa es el diseño de un gráfico realizado en conjunto con las personas que nos consultan, incluido el niño.

El mapa puede ser sistematizado en cuatro cuadrantes;

1) Familia

2) Amistades

3) Relaciones laborales o escolares (compañeros de trabajo o estudios)

4) Relaciones comunitarias, de servicio (por ejemplo de servicio de salud) o de credo

Sobre estos cuadrantes se inscriben tres áreas;

® Un círculo interior de relaciones íntimas (familiares directos de contacto cotidiano y amigos cercanos)

® Un círculo intermedio de relaciones personales con cierto grado de compromiso (relaciones sociales o profesionales con contacto personal pero sin intimidad, “amistades sociales” y familiares intermedios)

® Un círculo externo de conocidos y relaciones ocasionales (conocidos de escuela o trabajo, buenos vecinos, familiares lejanos…)

Se sitúa al consultante en el centro y se le solicita que en cada uno de los cuadrantes ubique a las personas importantes para él, sin importar que ubique a todas las que deberían pertenecer a un cierto subgrupo o clase. A continuación se le pregunta si con todas esas personas mantiene relaciones armoniosas o si con alguna de ellas la relación es conflictiva o distante. Se señalan con una línea llena las relaciones que el niño declara armónicas y con una línea segmentada las relaciones que considera conflictivas. Esto se puede realizar también con ambos padres y luego comparar con ellos mismos los mapas.

La frontera de red social informal posee una operacionalización de hecho más borrosa que la frontera de la familia, cuyos vínculos se caracterizan por poseer nombre (“primo”, “tío segundo”, incluso “ex cónyuge”). Esto hace necesario especificar en cada caso, al menos con propósitos de investigación, los criterios de inclusión en red. Por ejemplo, cuando se evalúa la red social de un niño ¿se incluyen a todos los compañeros de la escuela, o solo a aquellos compañeros con los que se interactúa también fuera de la escuela?; cuando se evalúa a un anciano que vive solo, ¿incluimos al quiosquero de la esquina?, ¿y si el quiosquero fuera una de las pocas personas que lo saludan por su nombre?

En la práctica clínica la frontera de red puede ser establecida a través de preguntas destinadas a definir sus integrantes tales como;

  • ¿Con quién has hablado o te has visto esta última semana?
  • Cuando tienes ganas de hacer un poco de vida social, ¿a quién llamas?
  • ¿Quién, o podría ser, tu paño de lágrimas?
  • ¿Con quién te ves regularmente?
  • Etc.

Ese registro puede enriquecerse (y a veces esto constituye de por sí una intervención terapéutica importante) mediante la pregunta

  • En qué dirección crees que se está moviendo tu relación con esta persona, hacia un aumento de la intimidad (“hacia dentro”), hacia una reducción de la intimidad (“hacia fuera”), o sin cambios previsibles?

Este mapa puede utilizarse no solo como diagnóstico sino también como instrumento clínico.



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