La
presente entrevista se realizó en el marco del Seminario Internacional
Cómo tratar la infidelidad en la Terapia de Pareja, que la Fundación
Aiglé organizó en Noviembre de 2009, encuentros que realiza
habitualmente con el fin de promover la actualización y el intercambio
con profesionales del ámbito académico del exterior del país. Michele
Sheinkman es miembro del Equipo Docente del Ackerman Institute for the
Family de la ciudad de Nueva York.
Michele Scheinkman ha enseñado terapia de pareja por más de 25 años en Estados Unidos, Brasil y Europa.
Además de su práctica privada, durante los muchos años
que estuvo en Chicago fue directora de entrenamiento y coordinadora del
programa de terapia de pareja en el Chicago Center for Family Health.
Enseñó por muchos años en el School of Social Service and Administration
y fue miembro del departamento de psiquiatría en la Universidad de
Chicago. A principios de los ´80 fue psicoterapeuta del Student Mental
Health Clinic en la Universidad de Chicago adonde supervisó y enseñó
terapia familiar a residentes de psiquiatría del Illinois State
Psychiatric Institute.
Luego de mudarse a Nueva York en 1999 participó en el
centro multicultural Roberto Clemente. Actualmente atiende de manera
privada en Manhattan, donde ofrece tratamientos individuales, de pareja y
familiares en inglés y en portugués. Da cursos y Workshops de terapia
de pareja en el Ackerman Institute for the family.
Clínica Psicológica: ¿Cuáles fueron sus primeros pasos en la psicología, qué la decidió a dedicarse a esta carrera?
Michele Scheinkman: Mi
primera pasión fue la filosofía. En la secundaria me enamoré del
existencialismo y de la fenomenología, y pensé que iba a seguir mis
estudios en filosofía. Pero luego tuve un profesor fabuloso que me dijo
"Te veo como psicóloga, Michele. Deberías considerar que puedes usar
todas estas ideas que tanto te interesan para trabajar con la gente."
Esta fue una recomendación que me cambió la vida y le estoy sumamente
agradecida, hasta el día de hoy. Esta es la razón por la cual me encanta
leer Irving Yalom. Admiro la manera en que logra conectar la psicología
y la filosofía.
Mis primeros pasos fueron en Brasil, en la Universidad
Federal de Río de Janeiro, en donde comencé a estudiar Psicología por
dos años y medio aproximadamente. Pero luego me casé, y me fui a vivir a
Estados Unidos. Cuando llegué allí, no me sentía identificada con la
psicología americana porque estaba muy centrada en los comportamientos,
era muy conductista en ese entonces. Busqué ideas europeas y encontré
unos pocos profesores que estaban estudiando Piaget, entonces me eduqué
en una psicología del desarrollo, como una manera de quedarme cerca de
las ideas europeas. También encontré profesores en el departamento de
filosofía que estaban interesados en el existencialismo, y entonces
seguí filosofía. Luego apliqué para un master en la Universidad de
Chicago, donde estaban comenzando a enseñar psicoterapia familiar. Leí
"Pragmáticas de la comunicación humana", ¡y ese libro cambió mi vida!
(se ríe"¦). Fue como si de pronto pudiera ver el mundo de una manera
nueva y diferente. Luego leí "Cambio" y quedé atrapada. Siempre me gustó
el psicoanálisis en cuanto a sus ideas intelectuales, pero nunca lo
identifiqué como una base que permitiera ayudar a las personas. Las
personas llegan a psicoterapia con problemas bien reales y necesitan
ayuda para solucionarlos. Las ideas sistémicas me parecían más sensatas y
pragmáticas.
Diría que esos dos libros fueron decisivos en mi
elección por la psicoterapia familiar. ¡Por muchos años Watzlawick fue
mi héroe!
C. P.: ¿Y cómo fue que llegó a ser terapeuta de pareja?
M. S.: En
el programa de la maestría tuve que escribir un trabajo final de cierta
consideración, y elegí escribir sobre terapia de parejas. Si ahora
especulara por qué elegí la terapia de pareja, probablemente diría que
fue porque me casé muy joven, tenía sólo 20 años"¦ ¡y quizá haya estado
tratando de entender de qué se trataba el matrimonio!
Escribí
ese trabajó y seguí fascinada por la psicoterapia de pareja. El campo
de la psicoterapia de pareja carecía de teoría en ese entonces, pero me
interesaba. Mi primer caso clínico en el segundo año de práctica fue una
pareja alcohólica
que se había casado y divorciado dos veces y cuando lo estaban tratando
de volver a estar juntos, por tercera vez. Estaba fascinada por la
persistencia de ese amor y también por lo difícil que era para ellos
estar juntos.
Era curiosa, y ser una terapeuta de pareja me pareció una cosa natural para mí.
C. P.: ¿Qué características considera que son fundamentales para ser un buen terapeuta de pareja?
M. S.: Uno
debe poder tolerar el conflicto, no juzgar, y lograr alcanzar una
perspectiva constructivista para darnos cuenta de que la posición de
cada uno de los miembros de la pareja es legítima y están en su derecho,
esto es esencial. Yo pienso que mis estudios filosóficos me ayudaron a
poder ir más allá del bien y el mal, y entender que lo que necesito es
concebir los procesos que se dan entre los miembros de la pareja. La
mayor dificultad para cualquier terapeuta de pareja es ver a un miembro
de la pareja como una víctima del otro. Para ser terapeutas de pareja
tenemos que ser capaces de pensar de manera no lineal.
C. P.: ¿Es porque miras al contexto completo, y las familias de origen también? No sólo al villano y la víctima.
M. S.: Sí,
creo que ampliar el marco de la pareja ayuda a verlos de una manera más
compleja, más allá de víctima y villano como productos de una red que
es necesario entender y desde ya transformar.
C. P.: Quizás cuando se ve a cada individuo como producto de su familia y sistemas más amplios, es difícil verlos como "perpetrators"
M. S.: Exactamente
C. P.: ¿Con qué terapeutas se siente mejor reflejada, quiénes son sus referentes teóricos y clínicos?
M. S.: Con
el paso de los años, hay muchos terapeutas y escuelas de pensamiento
que han influenciado mi trabajo. En los ´70 estudié el trabajo
multigeneracional de Bowen, Nagy, Framo, así como los terapeutas
familiares más analíticos que estaban en el Instituto Familiar de
Chicago en ese entonces como Kramer, Feldman, Pinsof. Con ellos aprendí a
ver a las familias en términos de lealtades invisibles, de mandatos y
secretos familiares que pasan de generación en generación y que nos
influencian sin que lo sepamos. También aprendí acerca de proyecciones
mutuas y transferencias que las parejas establecen entre ellos. Todo
tenía mucho sentido.
A principio de los ´80 pasé un verano en el Mental
Research Institute en Palo Alto, California. Esa experiencia definió los
parámetros sistémicos de mi trabajo y me aportó el foco en la
resolución de problemas, que es parte integral de mi trabajo. A mediados
de los ´80 colaboré con varios terapeutas familiares estructuralistas
en Chicago mientras dictaba clases con ellos en el Instituto
Psiquiátrico de Illinois. Ellos hicieron que me diera cuenta que
estructura y organización son factores importantes en la manera en que
una familia funciona o lo hace disfuncionalmente.
Además, mi colaboración con Froma Walsh durante los
noventa, me mantuvo focalizada en temas de poder, género y resiliencia.
Estos fueron y son influencias esenciales en mi trabajo al que llamo
"aproximación multi-nivel" ("multi-level approach"). Diría que Michael
White es y fue probablemente una referencia filosófica importante desde
que vi una presentación suya en la reunión AFTA (American Family Therapy
Association "“Asociación Americana de Terapia Familiar) de 1984. Las
perspectivas narrativas y el construccionismo social están bastante
alineados con los cuestionamientos filosóficos que he tenido desde
principios de mi carrera. Mi trabajo es una combinación de todas estas
influencias.
C. P.: ¿En qué difiere su terapia de pareja de otras terapias de pareja? ¿Lo considera un modelo integrativo?
M. S.: Creo
que lo que he estado tratando de hacer es reunir ideas clave de varios
modelos, considerando estas ideas como diferentes dimensiones de las
relaciones de pareja. Veo a cada modelo como resaltador de un ángulo
particular. Por ejemplo, el modelo interaccional destaca las secuencias
interaccionales entre los miembros de la pareja y las propiedades
sistémicas que tienen estas secuencias interaccionales. Minuchin y Haley
enfatizaron cuestiones de estructura, jerarquía y poder, que el grupo
de MRI (Mental Research Institute) nunca había hecho. Terapeutas
familiares intergeneracionales ubicaron a las parejas dentro de sistemas
familiares más extensos e identificaron temas que tienen que ver con
mandatos y creencias que se transmiten de una generación a otra. Yo creo que todas estas ideas son complementarias más que contradictorias; son diferentes dimensiones o ángulos de
la vida de pareja. Nunca entendí por qué había tanta tensión y lucha
entre las diferentes escuelas de terapia familiar, porque desde mi punto
de vista son complementarias, de hecho.
Entonces, traté de hacer una estructura que ayude a los
terapeutas a usar estas ideas relevantes de una manera sistemática y
discriminada. La mayoría de los terapeutas que se inician, están
desbordados por la cantidad de modelos e ideas disponibles en el campo
de la psicoterapia familiar. Me tomó 30 años integrar este cuerpo enorme
de ideas de una manera coherente, por lo cual no espero que los
terapeutas nóveles lo hagan de la misma manera. La integración no es
sólo juntar ideas, tiene que tener cierta lógica. Siento que en la
mayoría de los programas de entrenamiento se espera que los estudiantes
integren tempranamente, y me parece que esto es pedirles demasiado.
Trato
de integrar ideas de diferentes modelos de una manera comprensiva y
flexible, para darles puntos de elección a los terapeutas. No creo que
una teoría sea mejor que otra, cada una es útil en diferentes momentos
de la terapia o en los diferentes casos de terapia, y trato de ofrecer
criterios sobre cuándo y cómo usar las diferentes ideas. El modelo
integrativo que propongo es diferente de aquel de Sue Johnson, por
ejemplo, porque considero que hay varios niveles que se deben tener en
cuenta. El problema con las aplicaciones recientes de la teoría del
apego a la terapia
de pareja no es la terapia de pareja en sí misma sino el hecho de que
se la está considerando de una manera reduccionista. Muchos de los
terapeutas que están siguiendo esta línea, han perdido la dimensión
contextual eintergeneracional de su trabajo, y se quedan sólo con el
poder de la historia. Eso no es sistémico. Mantener el foco
exclusivamente en lo diádico e histórico es perderse mucha información
de lo que está pasando. Si no se consideran los múltiples contextos, la
estructura, y el poder de la dinámica de la relación de pareja en
términos de género y cultura, no se puede ser un buen terapeuta.
C. P.: ¿Cree que su modelo es útil para estudiantes, que pueden tenerlo como modelo, como guía?
M. S.: Obtengo
devoluciones de psicólogos que se están iniciando y asistentes a
Workshops que dan cuenta que la aproximación multi nivel les da un mapa
de ruta y una mayor claridad de metas mientras avanzan. En el Instituto
Ackerman los pasantes me dijeron que el ciclo de vulnerabilidad es una
base para ellos. Desde ya que no hay concepto que valga como única
respuesta. El ciclo de vulnerabilidad es un concepto integrativo
fundacional para el trabajo.
C. P.:
¿Cómo es el manejo de la confidencialidad en la terapia de pareja? ¿Es
difícil trabajar con los valores de la pareja, sin imponer los propios?
M. S.: El
problema de los valores existe en cualquier tipo de terapia. El
training en filosofía me ayuda a mantener la posibilidad de perspectivas
múltiples. Mantener la posibilidad de perspectivas múltiples nos ayuda a
pensar de una manera menos crítica. Es por supuesto una lucha constante
para mí y creo que para otros terapeutas también, separar lo que está
bien para nosotros y lo que está bien para otras personas. Es un desafío
constante.
C. P.:
¿Cómo desarrolló el "multi-level approach"? ¿Cuál fue la motivación?
Tiene un respaldo teórico que proviene de diversas corrientes y
escuelas, ¿fue difícil la integración?
M. S.: He
estado desarrollando este camino de ruta desde mediados de los ´80. En
los ´70 estuve expuesta a todos los diferentes modelos que se estaban
desarrollando en ese entonces. Gente como Bowen, Minuchin, Papp, todos
venían a Chicago a dar conferencias. Experimenté personalmente el estilo
Bowen con mi propia familia, estuve expuesta a la terapia familiar
psicodinámica cuando trabajé con Charles Kramer y Bill Pinsof, en el
Instituto familiar de Chicago. También pasé dos veranos en el MRI. Había
otro instituto en Chicago, el "Institute for Juvenal Research" que
trajo a Minuchin, Whitaker, Haley, a la ciudad -ellos eran estructurales
estratégicos. Estuve expuesta a todo lo antedicho y estaba entusiasmada
por diferentes aspectos de varios modelos. Pensaba que no era efectivo
usar estas ideas de manera puramente intuitiva, en psicoterapia se
transformaban en un popurrí de ideas y en un proceso terapéutico
desordenado. Estuve influenciada por el trabajo de Bill Pinsof, quien
pensó mucho acerca de la integración, y entendí que era necesario pensar
en cómo juntar estas ideas, para poder saber hacia dónde me dirigía y
qué perseguía en cada etapa del proceso terapéutico.
C. P.: En
los últimos años ha venido desarrollando teóricamente el tema de la
infidelidad en la parejas y el modo en que se trabaja con ella en la
terapia ¿Fue a partir del trabajo clínico, de historias de vida? ¿Cuál
fue la reacción de sus colegas en NYC? ¿Le parece que en Brasil
hubieran tenido la misma reacción?
M. S.: Cuando
iba de visita a Brasil, a menudo hablaba con gente que estaba viviendo
affairs e infidelidades y aprendí que esos affairs estaban normalmente
relacionados con perseguir el amor romántico, la pasión y la libertad.
Aunque los affairs son una experiencia difícil desde la perspectiva de una relación de pareja son experiencias humanas comunes"¦
Pero, ¿cómo empecé a escribir acerca de la infidelidad?
Me dí cuenta de que tenía diferentes premisas en contraste a mis colegas
en Estados Unidos y comencé a dar jornadas acerca de esto. Luego, Evan
Imber Black me pidió que escribiera un ensayo sobre este tema para
"Family Process". De hecho tenía miedo de hacerlo ya que era consciente
de que la manera en que yo pensaba acerca de la infidelidad cruzaba una
línea cultural: por querer comprender el significado de los affairs,
aceptar que los affairs pueden ser una fuente de vitalidad en la vida de
un individuo, darme cuenta de que la gente a veces tiene affairs que
ayuda a sus matrimonios, todas esas ideas eran amenazantes en el
contexto de la cultura americana.
En el curso en el que co-enseñé en Chicago por 10 años
con un colega americano, me mi cuenta de qué manera diferente
trabajábamos. Mientras yo siempre había tenido la postura de saber los
secretos individuales y había aprendido a manejarlos en la terapia de
pareja, mi colega se estremecía ante la sola idea de guardar un secreto.
Fue sólo cuando conocí una terapeuta europea, y empecé a hablar acerca
de esta disonancia cultural que experimenté, y ella "“feliz y aliviada"“
me dijo: "Michele, tenés que escribir acerca de tu forma de trabajar,
yo también me siento extraña y distante de la perspectiva americana, es
necesario mostrar esta perspectiva diferente"
Las
reacciones a mi artículo me sorprendieron. Muchos terapeutas americanos
que verdaderamente respeto me llamaron y mandaron e-mails para
felicitarme por mi coraje, gente como Peggy Papp, Kathy Weingerten,
Esther Perel, Ellen Watchel. Los mensajes telefónicos decían " ¡Qué
alivio que haya alguien que articule esas ideas!" " ¡Nadie con mente
crítica podría soportar la manera moralísitica en que se trataron las
infidelidades en el campo, pero no sabíamos cómo salir de eso!" Peggy
Papp me dijo "siempre supe que los affairs no tenían que ver solamente
con la falta de confianza, o solamente con la traición, pero por alguna
razón nunca pude articular qué era lo que estaba
mal
con esta perspectiva". Mi conclusión fue que la infidelidad hasido mal
abordada desde el comienzo por Frank Pitman y la mayoría de los
terapeutas quedaron atrapados allí luego. La perspectiva de "trauma y
traición" muestra cómo la cultura quiere ver a los affairs y es difícil
cortar con eso, sabés?
Entonces, al final estuve contenta de haber escrito ese
ensayo y estoy empezando a ver que expertos en infidelidad están
comenzando a hacer correcciones acerca de sus bases culturales. Me
siento bien por eso. Aunque, es irónico que cuando voy a Brasil, o hablo
con terapeutas argentinos, franceses, holandeses lo que digo no es algo
que ellos no sepan. Terapeutas de otras culturas están contentos de
escuchar que estoy articulando una perspectiva multi cultural pero ya es
la manera en que ellos piensan. Lo que posiblemente haya hecho es
publicar esta alternativa de pensamiento.
C. P.: Parece una idea clave el hecho de que la infidelidad no siempre es traumática o tiene secuelas negativas.
En este sentido ¿es siempre bueno "confesar" la infidelidad en terapia de pareja?
M. S.: Todo
depende de la situación particular. Evan Imber Black habla acerca de
que en el hecho de decir los secretos no hay bien o mal, todo depende de
las personas, del contexto, de la cultura. Cuando consideremos la
revelación de un secreto, la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Cuál
es la intención detrás de la revelación?
¿Qué consecuencias espero de esa revelación?
C. P.: Desde
que comenzó a trabajar con infidelidad en terapias de pareja en NYC,
¿ha observado cambios en el significado que las parejas otorgan a este
fenómeno?
M. S.: Hay
un tema con la pornografía en un número reciente del Psycotherapy
Networker. De hecho, pornografía y uniones por Internet se han
convertido en uno de los grandes temas de las relaciones de pareja. Hoy
en día, hay muchísima gente adicta a esa forma de relacionarse.
C. P.: ¿Cuáles han sido las situaciones clínicas más difíciles que se le presentaron?
M. S.: Creo
que fue un caso en el que la amante me llamó y la pareja era la amante y
el hombre casado. Tuve que pensar mucho en cómo conducir el proceso. No
fue exactamente la situación más difícil pero fue desafiante e
interesante. Y útil. Los amantes decidieron separarse y él empezó
terapia con su mujer. Pero si pienso bien, los casos más difíciles
normalmente son aquellos en donde un hombre de mediana edad que se
siente exitoso y todavía joven, se siente con el derecho de cambiar su
compañera por una pareja trofeo, dejando a su mujer 30 o 40 años atrás.
Lucho con la inequidad de género de esos casos. Tuve varios de esos
casos y los encuentro muy dolorosos.
C. P.:
¿Considera que las nuevas tecnologías y sitios como Facebook, Twitter,
etc., donde existe una alta exposición,influyen en las relaciones de
pareja y por ende en la tasa de infidelidad?
M. S.: No
estoy segura de Facebook o Twitter específicamente, pero sé que hay
sitios de chateo donde la gente entra específicamente para interacciones
sexuales que son probablemente más relevantes que Facebook. Hoy es
incluso más fácil encontrar compañeros y mantener relaciones a largo
plazo sin tener que dejar el hogar. Internet afectó la manera en que la
gente explora su sexualidad.
C. P.: ¿Más los sitios sexuales o pornográficos que los sociales?
M. S.: Veo
las redes sociales como una nueva manera de relacionarse, no es
necesariamente amenazante para un vínculo de pareja. No conozco a nadie
por debajo de los 35 años que no participe en Facebook. Pero estas
nuevas redes le dan a la gente más oportunidades y mayor acceso para las
relaciones, alrededor de todo el mundo. Este acceso a través de
Internet creó un nuevo triángulo amoroso.
C. P.: ¿Considera que la infidelidad es un fenómeno que sigue en aumento en Estados Unidos?
M. S.: La
infidelidad es difícil de medir, pero he leído en publicaciones "“había
un artículo larguísimo en la revista Newsweek sobre eso"“ que hay más
mujeres teniendo affaires. Tiene sentido que las mujeres al ser más
independientes estén dispuestas a correr ese riesgo. Es difícil
investigar la infidelidad porque la gente miente y no quiere hablar
acerca de sus affaires abiertamente. Normalmente las infidelidades son
privadas y secretas.
C. P.: Si, y quizás las estadísticas de las mujeres subieron porque antes no lo dirían y ahora sí"¦?
M. S.: Quizás.
Simone de Beauvoir habló acerca de las infidelidades de las mujeres,
como relacionadas con el hacerse cargo de sus cuerpos y sus deseos. Creo
que como las mujeres se independizaron financieramente también se
sienten con más derecho a tener los privilegios que tuvieron los hombres
durante siglos.
C. P.: ¿Cómo ve el futuro de la terapia de pareja? ¿Cuál sería su consejo a terapeutas que se están iniciando en este campo?
M. S.: Me
gustaría ver programas de entrenamiento con un carril exclusivo para
terapia de parejas. Hay tanto sucediendo en la díada de la pareja, que
creo que arrojar la terapia de pareja en medio de la terapia familiar no
funciona más"¦ Desde ya que la terapia de pareja es una dimensión de la
terapia familiar, de la misma manera que las relaciones padre-hijo lo
son. Las cuestiones del amor romántico,sexualidad, monogamia, y mantener
relaciones a largo plazo son temas muy complejos en el mundo de hoy.
Todas estas cuestiones son fundamentales, preguntas existenciales que
requieren de mucha atención y foco.
C. P.: Muchas gracias.Fuente:
Revista Argentina de Clínica Psicológica FUNDACIÓN AIGLÉ
Virrey Olaguer y Feliú 2679
Buenos Aires, Argentina
Virrey Olaguer y Feliú 2679
Buenos Aires, Argentina